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Diseño de sonrisa: ¿fue una mujer quien lo inventó?

El diseño de sonrisa es una práctica relativamente nueva en la sociedad actual, pero que tiene sus raíces a finales del siglo XVIII en Europa, cuando la preocupación por la higiene oral tocó fondo. Afortunadamente, el talento artístico de una mujer creó todo un movimiento que dio pie al boom del cuidado oral.

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La Mona Lisa de Leonardo Da Vinci es el icono de la belleza del Renacimiento, esta mujer “posa para la cámara” con una sonrisa casi inexistente -o ¿quizá con timidez por el estado de su sonrisa?- representa lo que era la norma de la época para posar en un retrato. Una sonrisa que dejara ver los dientes en un retrato era percibida como contraria a los valores más apreciados de Europa, una demostración grotesca de excesiva pasión; en lugar de ello, la llamada gravitas: una forma de seriedad y dignidad exentas de toda frivolidad, era la pose socialmente aprobada para aparecer en un retrato.

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La revolución de la sonrisa surge gracias a la renombrada artista Madame Vigee-Lebrun, quien a principios del siglo XIX publica el más famoso de sus autoretratos, en el que se retrata a sí misma junto a su pequeña hija, y en el que atípicamente aparece sonriendo con unos brillantes dientes blancos.

“Ella no se refrena en absoluto, y se entrega a todos los excesos de su tierno entusiasmo”, se burlaba de su obra una editorial de la época. A pesar del escándalo que suscita la artista, impone a partir de entonces y sin proponérselo un nuevo paradigma de identidad nacional francesa: higiene oral como exhibición de salud, buenos genes y de posición social.

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Tiempo después, monarcas y cortesanos, desesperados por exhibir mayor estatus y buena salud, usan cloro puro para blanquear sus dientes, con desastrosas consecuencias, resultando en la pérdida total del esmalte dental.

El diseño de sonrisa era una práctica inexistente e incluso impensable durante todo el medioevo; en el renacimiento, solo después de la ruidosa revolución francesa es que se da otra revolución silenciosa: la revolución de la higiene oral.

En el ocaso del siglo XVIII, con el surgimiento de la clase media, el mercado francés se llena de productos altamente demandados por el público que prometen dientes más sanos, blancos o que reemplacen a los ya perdidos. En la década de 1720 surgen -por ejemplo- las primeras prótesis e implantes dentales de porcelana, que garantizan dientes eternamente blancos; sin duda, los primeros pasos del diseño de sonrisa como lo conocemos hoy.

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